Ante una pérdida de un ser querido nuestros hijos necesitan que hablemos de ella sin rodeos, que les enseñemos a enfrentarse a ella con naturalidad
¿Cómo podemos acompañar a nuestros pequeños y jóvenes ante la pérdida de un ser querido?
- Acompañemos el proceso de la pérdida con grandes dosis de dulzura y comprensión. Con toneladas de calma y afecto. Creemos un ambiente donde cada uno pueda expresar todo lo que siente con total libertad.
- Siempre que sea posible deberíamos anticipar la pérdida explicando a nuestros hijos que aquel familiar al que quieren tanto está muy enfermo y que es muy difícil que los médicos puedan curarle.
- Es muy importante pensar en cómo se lo vamos a decir. Los niños recuerdan con mucho detalle el quien, como, cuando y donde le comunicaron la muerte de su ser querido.
- Expliquemos a nuestros hijos la muerte sin términos difusos que confundan, sin mentiras que generen falsas esperanzas. Utilicemos un lenguaje sencillo que ayude a comprender, mostrémonos disponibles a dar respuesta a todos los interrogantes que les vayan surgiendo.
- Aceptemos los ritmos de aceptación de la pérdida, la forma de reaccionar ante ella, la manera elegida para decir adiós de cada miembro de la familia. Evitemos decirle al niño cómo se tiene que sentir.
- Facilitemos espacios donde compartir todos nuestros sentimientos en familia, donde se de licencia a poder exteriorizar todo lo que nos sucede por dentro. Lloremos juntos, compartamos nuestras dudas y desolación, legitimemos cada una de las emociones que vayan apareciendo.
- Recordemos a la persona que hemos perdido sin miedo a sentir. Hablemos con naturalidad de lo mucho que le echamos de menos, de todo lo que nos aportaba en nuestra vida. Aceptemos los diferentes ritmos de aceptación de la pérdida, la manera elegida para decir adiós de cada miembro de la familia, la manera de reaccionar ante ella.
- 8. Creemos en casa el “rincón del recuerdo” que nos permita despedirnos de nuestro ser querido con calma. Animemos a nuestros hijos a escribir una carta de despedida, a dibujar todo lo que sienten en el corazón, a elaborar una lista de canciones que nos recuerden a la persona que se ha ido. A elaborar un álbum de fotografías o una caja de recuerdos.
- Si no pudimos hacerlo organicemos, en la medida de lo posible, la ceremonia de despedida que el confinamiento nos robó. Busquemos un momento para poder compartir con familiares y amigos toda nuestra pena y dolor. Dejemos que nuestros hijos participen en las ceremonias.
- No dejemos de repetirles que el paso del tiempo nos ayudará a sentirnos mejor, a mitigar el dolor tan intenso que ahora sentimos. Utilicemos cuentos que ayuden a entender, compartamos juegos que les hagan sentir que les acompañamos y estamos a su lado sin condición.
- Pidamos ayuda a profesionales cuando veamos que el proceso de duelo se alarga y se complica, cuando no seamos capaces de aceptar lo ocurrido o el sentimiento de culpa no nos deje avanzar.
Nota original en El País